miércoles, 5 de abril de 2017

P. Marco M. Sales O.P. – Diversos sistemas de interpretación del Apocalipsis


En razón misma de su misma obscuridad, el Apocalipsis dio lugar a innumerables comentarios y a igualmente innumerables sistemas de interpretación. No podemos aquí rendir cuenta más que de unos pocos, y aún de éstos brevemente (cfr. para más amplios particulares: Théophane Calmes, L’Apocalypse devant la tradition et devant la critique, Paris, 1907; Dictionnaire de théologie catholique voz Apocalypse; Eugène Jaquier, Histoire des livres du Nouveau Testament, Tomo IV, Paris 1908, p. 405).

En primer lugar, rechazamos de inmediato todos aquellos sistemas racionalistas que niegan el carácter profético del Apocalipsis, y suponen que el autor no haya querido hacer otra cosa que escribir un poema religioso recogiendo los varios elementos de los Apocalipsis judíos o de la mitología. Son igualmente rechazados todos aquellos sistemas en los cuales se afirma que el Apocalipsis no incluye otra cosa que la historia contemporánea narrada bajo forma profética. Con esa premisa, los principales sistemas de interpretación propuestos por católicos se pueden reducir a las tres clases siguientes:

Sistema que sostiene que el argumento del Apocalipsis son los primeros siglos de la Iglesia y la victoria del cristianismo sobre el judaísmo y sobre el paganismo, más una breve alusión al fin de los tiempos. Tal sistema, propuesto por Alfonso Salmerón S.J., fue aceptado y modificado en parte por Jacques-Bénigne Bossuet y seguido por Augustin Calmet O.S.B.; más recientemente, por Joseph F. Allioli y Augustin Brassac.
Bossuet divide el Apocalipsis en tres partes. La primera (I, 1 - III, 22) contiene los avisos; la segunda (IV, 1 - XX, 15) las predicciones; y la tercera (XXI, 1 - XXII, 21) las promesas. La segunda parte es la que presenta la mayor dificultad y se subdivide en tres secciones. En la primera sección (IV, 1 - VIII, 12) se describe la venganza de Dios sobre los Judíos, la cual viene preparada en la visión de los siete sellos y es ejecutada al sonido de las dos primeras trompetas, simbolizando el exterminio de los Judíos, cumplido bajo Trajano y Adriano. La tercer y cuarta trompetas dan a conocer los motivos por los cuales los Judíos atrajeron tanta venganza. En la segunda sección (IX, 1-12), bajo el simbolismo de las langostas anunciadas por la quinta trompeta, se significan las herejías judaizantes, las cuales comenzaron con Teodoro (196) y fueron exterminadas en el Concilio de Antioquía (260). En la tercera sección (IX, 13 - XX, 15) se predice la ruina del imperio romano idólatra. Esta ruina comienza con la sexta trompeta, que anuncia la derrota de Valeriano. La séptima trompeta explica cómo la causa de la ruina del imperio son las persecuciones contra los cristianos y describe la persecución de Diocleciano, quien es la gran bestia signada con el número 666. Tomando a Valeriano, el Apóstol describe en las visiones de las siete copas los grandes males y la desolación del imperio que siguieron a ese emperador. Luego se habla de siete reyes persecutores de la Iglesia y de diez reyes bárbaros que se precipitan sobre el imperio romano y aceleran su ruina, lo cual se cumple finalmente bajo Alarico. Bossuet confiesa que la visión del capítulo XX es muy oscura: no es posible saber, pues, cómo él la entendió.
Allioli divide la segunda parte del Apocalipsis en tres secciones: la primera (IV-XII) trata de la destrucción de Jerusalén bajo Tito; la segunda (XIII-XIX), de la destrucción de Roma bajo Alarico; y la tercera (XX, 1-5) de una era de paz para la Iglesia. A esta era seguirá la venida del Anticristo; después de la victoria sobre el Anticristo tendrá lugar el juicio y la renovación de todas las cosas.

Sistema de aquellos que sostienen que el argumento del Apocalipsis es toda la historia de la Iglesia. Varios autores piensan que San Juan en el Apocalipsis ha hecho como un resumen de toda la historia de la Iglesia y ha descrito en modo simbólico todos los combates que la Iglesia deberá sostener hasta la consumación de los siglos. Como es claro, entre los sostenedores de este sistema reina la más grande variedad cuando se trata de determinar en particular cuáles son los acontecimientos anunciados. Así, por ejemplo, Bartholomäus Holzhauser piensa que el Apocalipsis anuncia lo que debe suceder en las siete edades de la Iglesia: de los Apóstoles, de los mártires, de los doctores, de la paz, de las pruebas, de la consolación y de la desolación. Esta última tendrá lugar con el juicio.
Nicolás de Lira O.F.M. divide la historia de la Iglesia en seis períodos: el primero, figurado por los siete sellos, va hasta Juliano el Apóstata (363). En él florecen los Apóstoles, los mártires, los doctores; el segundo, figurado por las siete trompetas, va desde Juliano hasta Mauricio (582); el tercero, figurado por la lucha entre la mujer y el dragón, va desde Mauricio hasta Carlomagno (800); el cuarto, figurado por las siete copas, va desde Carlomagno hasta Enrique IV (1106); el quinto va desde Enrique IV hasta la venida del Anticristo. Nicolás de Lira confiesa no saber determinar el último tiempo y por eso no quiere explicar los últimos capítulos del Apocalipsis.
Hay que decir que este sistema suscita grandes dificultades, y es prueba de ello las grandes divergencias que existen entre quienes lo sostienen y el hecho de que éstos suponen siempre estar en la última o en la penúltima edad del mundo, de modo tal que, a la fecha, el mundo habría debido finalizar ya muchas veces. También la división en varios períodos, y especialmente su extensión, depende de cálculos arbitrarios y subjetivos. Es notorio que el abad Joaquín de Fiore, y más tarde Lutero y sus discípulos, se hicieron fuertes en este sistema de interpretación para sostener sus errores.

Sistema de aquellos que piensan que el argumento principal del Apocalipsis son los últimos advenimientos de la Iglesia. Los seguidores de este sistema, amparándose en la autoridad de los Padres (San Ireneo, San Hipólito, Andrés y Aretas de Cesarea, San Agustín, San Victorino de Pettau, San Beda, etc.), sostienen que si los tres primeros capítulos del Apocalipsis se refieren mayormente a la situación de la Iglesia en Asia al momento en que el Apóstol escribía, en cambio los capítulos IV-XXII tratan sobre las pruebas y las tribulaciones que la Iglesia deberá sufrir en los últimos tiempos; pruebas y tribulaciones que serán coronadas por el completo triunfo de Jesucristo sobre todos sus enemigos. Como se trata de advenimientos futuros, no sorprende que se encuentre tanta oscuridad en la interpretación de diversos símbolos.
Este sistema, propugnado ya por Alcuino, Ruperto de Deutz y muchos autores del medioevo, fue seguido en tiempos recientes por Francisco Ribera S.J., Bráz Viegas S.J., Cornelius a Lapide S.J., August Bisping, Philip Krementz, Karl Cornely S.J., Louis Claude Fillion, Franz S. Tiefenthal O.S.B., Augustin Crampon, etc.
En un buen análisis, nos parece el más probable y por eso lo hemos seguido en nuestro comentario.

P. Marco M. Sales O.P., Il nuovo testamento commentato, vol. II, Le lettere degli Apostoli - L’Apocalisse, Turín, 1914, pgs. 614-615

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